"Ya no te quiero"

Esa frase, esas simples palabras que pronunciaron su boca, fueron más que suficiente para destrozarme por dentro. Y es verdad cuando dicen que las palabras duelen tanto como las heridas.
Y así como me sentía, decidí dar vuelta atrás y marcharme. Alejarme de él, de la situación. Destrozada, con los ojos cristalizados, me quité los tacones y caminé. Me daba igual todo: ensuciar mis pies o mi vestido, que llevara la cara llena de rímel... Yo solo andaba, sin rumbo, dejándome llevar.

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